domingo, 29 de mayo de 2011

La memoria, caja mágica

Bernard Fougéres

domingo 29 de mayo del 2011
León Gieco canta: “Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia”. Este planeta grano de arena, ve nacer, sufrir, morir, matar, amar, acariciar, lastimar, explotar, despreciar, reír, llorar. La memoria es mosaico de estados anímicos, bitácora donde quedaron promesas que no se cumplieron, amores traicionados, romances abortados, ternuras que fueron eternas, duelos que desquiciaron, gestos de afecto que nos trastornaron, niños que se marcharon antes de tiempo, ancianos que se quedaron solos. No importan raza, estatus, color de la piel, ni siquiera la orientación sexual, la pobreza, el dinero: la memoria todo lo registra. Una hortensia se marchita: queda su esencia.

No pueden morir los seres con quienes compartimos detalles, atenciones anodinas que se tornaron mágicas, palabras que solo nosotros entendíamos, besos que traspasaron la piel llegando al alma. Bastan sabores, colores, puestas de sol, noches de luna, viajes: entonces buscamos en el avión, el auto, el teatro, el concierto, la mano que se refugiaba en la nuestra. Sentimos de pronto que sigue latiendo un corazón al lado nuestro en el asiento vacío. Se esfuman los seres amados cuando dejamos abierta la puerta de la memoria para que se vayan. Nos toca guardarlos o permitir que se escapen. Sean padre, madre, abuelos, hijos, nietos, esposa, amores efímeros, quien sea, los tenemos prendidos de nuestros recuerdos, aparecen cada vez que los llamamos. Cuando la noche nos sorprende llorando, hacemos silencio: la memoria nos devuelve aquella voz que tantas veces nos dijo: “te amo”. Entonces nuestras lágrimas atrapan otra vez algo de aquella luz que se fue.

El amor es cosa seria, eso lo sabe la memoria, la pena se destila gota a gota. Las cruces de los caminos son encuentros de dos destinos, desde el momento en que se entrelazaron los dedos, se juntaron los labios hasta el instante en que se descarriló el sueño, desapareció cruelmente el ser irrepetible. El amor es mucho más fuerte que la misma muerte. Si amamos de verdad basta que digamos: “ven a mí” para que vuelvan a invadir nuestra memoria el perfume, el lápiz de labios, se oiga la voz que tantas veces nos dio las buenas noches o el buen día.

La memoria registra guerras, campos de concentración, asaltos callejeros, accidentes mortales, terremotos, desastres, torres aparentemente invencibles que se derrumbaron, odio entre gentes que dividen en religiones o sectas al único Dios posible. La memoria despierta cuando guardamos silencio, cuando de par en par nos abrimos para que el corazón sienta el impacto del amor que se quedó para siempre, cuando vuelan en pedazos todos los diques que pensábamos haber construido para represar la congoja. Porque hay penas que se vuelven dulces cuando reviven el pasado. El amor eterno es tsunami de ternura, capaz de arrasar con todo lo que somos. ¿Cuándo fue la última vez que dijimos “te amo”?

No es tan absurdo cerrar los ojos, imaginar el beso, negar la mutilación; sabemos que sigue manifestando su presencia el brazo amputado, que el sistema nervioso inventa aquellos ardides que niegan la ausencia. No es tan absurdo amar para siempre si el tiempo no existe.


El amor es cosa seria, eso lo sabe la memoria.

domingo, 22 de mayo de 2011

¿Los malos son los demás?

Bernard Fougéres

domingo 22 de mayo del 2011
Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional, candidato a la presidencia francesa, no pudo controlar los impulsos que nacieron en el estrato profundo de su personalidad. Cuando la camarera de 32 años encargada de la limpieza ingresó a su habitación, el caballero de fina estampa se abalanzó sobre ella, la manoseó de indebida manera la arrastró hacia el cuarto de baño, la obligó a practicar incentivos lewinskianos, luego huyó olvidando su celular, objetos personales. Hasta aquí la noticia. Lógicamente cundió la indignación de los lectores al abrir el diario y nos sentimos todos virtuosos, incapaces de llevar a cabo tan malévolos propósitos.

Sin embargo, hemos probablemente una que otra vez mirado con sibaritismo a una doncella pizpireta vestida con minifalda, encargada de ordenar nuestro aposento en algún hotel del planeta. Tratándose de nosotros, las aduanas de la censura funcionaron debidamente, nos portamos como hombres intachables, echando no más un elegante piropo a la voluptuosa fémina. El señor Strauss-Kahn pasó a la acción mientras en nuestro caso aquel hombre prehistórico que llevamos debajo del umbral de nuestra conciencia se quedó con ambiguas intenciones. Nuestra censura fue religiosa (el pecado de la carne) social (¿qué pasa si la gente se entera?), moral (eso no se hace) o simplemente ética (respeto a la libertad de la camarera). Significa que somos más controlados que el señor Strauss-Kahn, no que somos más virtuosos.

Las tentaciones acechan, no cabe la hipocresía. Bill Clinton cayó pero de los 435 congresistas ¿cuántos no hubieran cedido a las insinuaciones de la llenita y sensual Mónica? La cómplice del clintonicidio se volvió famosa, escribió un libro (Monica’s story) fue estrella de televisión, se codeó con la jet set, obtuvo un masterado en psicología social, se hizo muy rica, engordó, envejeció también. A Bill le pusieron tres baipases, tranquilizaron sus alborotadas arterias. Condenado a una multa de noventa mil dólares es ahora el esposo de la secretaria de Estado Hillary Clinton.

Lorena Bobbitt, Juana de Arco de la emasculación, comparte felizmente su vida con Dave Billinger, tienen una hermosa hija de 5 años llamada Olivia. Apareció en un programa de la CBS en el 2008, el de Oprah en el 2009 acompañada por el recordado, recortado, reimplantado John Wayne quien le sigue mandando rosas cada año en el día de San Valentín. Ricardo Arjona canta: “Si quieres ser famosa, córtaselo a tu marido”. Lorena es la ecuatoriana más conocida en el planeta. Provocó una epidemia de circoncidios en el mundo entero convirtiéndose en portavoz de las mujeres maltratadas.

Leo estas noticias con algo de humor. Películas acerca de las travesuras cometidas serían éxitos de taquilla, así mismo como las del Salón Ovalado. Lo que sucede en Libia o Pakistán no causa tanto alboroto. Se pagaría una fortuna por una fotografía de Bin Laden acribillado. Aun así nos creemos honorables. Lo prohibido siempre tendrá fervientes adeptos. A veces la hipocresía es peor que el mismo pecado. Una vida sin tentaciones sería insoportable pero hay que saber “hasta dónde se puede ir demasiado lejos” (Jean Cocteau).

Dibujo de: wagonized

domingo, 15 de mayo de 2011

¿Amamos o nos alejamos?

Bernard Fougéres

domingo 15 de mayo del 2011
“Creí que nos amábamos de verdad, nos vamos alejando sin tener la valentía de discutirlo”, dice Fabia (diseñadora en Nueva Jersey, de vida social activa, siendo él un ingeniero muy casero). Pedí la opinión de un psiquiatra. El probable cortocircuito fue la repentina toma de conciencia de que la unión no era posible por diferencia de visión, fastidio de él frente a la formalidad de ella. Empezó a comportarse como ella deseaba que fuera, traicionando su filosofía de la vida, perseveró en una relación que no se decidía entre afecto, sensualidad tibia, aséptica, hasta desembocar en fracaso sentimental, rutina sin sentido. Dice Fabia: “Me incomodaba oírle decir repentinamente una mala palabra, supuse que las usaría también en la intimidad de la alcoba”. Entonces se limitó a un idioma exclusivo hasta que se cansó de no ser él mismo. Fabia era muy apegada a las normas sociales, el protocolo; él era todo lo contrario: liberal, de pronto irreverente, enemigo de las farsas mundanas, los oropeles, la chismografía, la abominable frivolidad.

Muy cerca de mí, recién he visto desmoronarse parejas: un abismo humanístico los separaba, falta del imprescindible sentido del humor en ella o en él. Uno se nutre constantemente de cultura, no se conforma con conocimientos básicos programados. La cultura es actitud diaria, no pose casual, peormente social. La frivolidad puede ocultarse bajo un barniz apresurado. Sin embargo, ciertos matrimonios sin mayor nivel de estudios logran la equilibrada felicidad. Otras parejas se solazan en el lujo: el amor desaparece cuando escasea el dinero. La residencia millonaria no incluye seguro de felicidad. Hay personas que se aman simplemente y sin problemas. Debemos vivir nuestra vida sin que intervengan los demás.

Contesté a Fabia: “Tienes dos opciones para alejarte: la ruptura instantánea o el distanciamiento de puntillas. Formar una pareja es difícil si buscas el amor eterno”. Tiene que existir coherencia en la vida diaria, pero también convivencia permanente en la que se ama todo de nuestra pareja: arrugas, entusiasmo delirante, cicatrices, sudor, éxitos, ocaso, enfermedades, achaques, depresiones. Se desintegran las relaciones por la poca importancia que damos a la unión espiritual mientras nos regocijamos en banalidades sin futuro. Amar hasta la muerte es privilegio de quienes logran formar un bloque monolítico. “Los dos serán una sola carne” pero tendrán comunicación de almas. Buda Gautama aconseja desprendimiento en beneficio del otro. El amor mantiene en armonía las moléculas, los átomos del mundo, se vuelve incondicional. Ciertos idilios no progresan, lo intentan, dan tumbos, tratan de adaptarse, se atreven a hacer proyectos, se marchitan sin ruido cuando el aparente sentimiento se muere de tedio. No existe amor sin aquella complicidad tan divertida, descartando actitudes artificiales, preocupaciones mundanales, obsesión por la envoltura, la etiqueta, en detrimento del alma: amor tristemente convencional. Extraño la locura que pude compartir durante cuarenta años con una mujer excepcional. No pierdo la esperanza. Quizás la vuelva a encontrar sin poses, vestida de fantasía, de sueños y travesuras. El amor es loca complicidad, lo matan la rutina, el puritanismo, la preocupación por el qué dirán, la cultura que se quedó a medias, la vanidad social, el inmovilismo sentimental.

domingo, 8 de mayo de 2011

¿Ya no se piropea?


Bernard Fougéres

domingo 08 de mayo del 2011
Llegué a Guayaquil hace 46 años. Traía una docena de palabras para expresarme en español. Tanto tiempo después tengo la impresión de haber nacido aquí. Los buses y colectivos me dieron mis primeras lecciones de sociología desde el trillado “¿Por qué sufres cuando me ves?” hasta el “Feliz Adán que no tuvo suegra” pasando por “De mí te olvidarás pero de lo que hicimos jamás”. Hablo mucho con la gente en cualquier lugar. El guayaquileño tiene cierta propensión a la conversación. Extrovertido bajo el sol tropical, vuelca su sentir en expresiones pintorescas.

Extraño la época en que piropos o requiebros eran creaciones imprevisibles. Adoptando esta costumbre suelo inventar o recrear cumplidos galantes para tantas mujeres bonitas que cruzan mi camino: “Si la belleza fuera un crimen, a usted le darían veinte años de cárcel”, “Más vale en el infierno contigo que en el paraíso sin ti”. El más bello piropo que oí jamás lo expresó con pasión un viejo vendedor de cigarrillos frente al Municipio. La chica que lo inspiró lucía pantalones apretados, una blusa llena de leyendas alusivas al amor y a la paz. El anciano le lanzó con picardía: “Quisiera estar ciego para leerte con las manos”. Oí también estos: “Si fueras lágrima nunca lloraría para no perderte”, “Si no puedes ser mía, me conformo con tu sombra”. El más antiguo requiebro, que yo sepa, fue el atrevido cumplido inventado por el poeta latino Marcial hace como dos mil años. “Quisiera que me sepultasen allí donde tú te derramas”, lo que intentó plagiar sin éxito el príncipe Charles al decir groseramente a Camila Parker “Quisiera ser tu Stayfree”. El bíblico Cantar de los Cantares es una mina llena de osadía: “Tu seno es un tazón torneado en que no falta el vino sazonado. Tu vientre es un montón de trigo rodeado de azucenas”.

Mae West lanzó a Gary Grant y sus hoyuelos en 1936: “Tienes el mentón como nalguitas de ángel”, mientras Víctor Hugo desgranaba: “El infierno, señora, sería no amarla. Somos ambos vecinos del cielo pues usted bella es y yo viejo ya soy”. Héctor Berlioz lanzó a Marie Duval: “Usted no es hermosa, es peor”. Existe el piropo al revés, lleno de melancolía, de ternura, como aquel de Georges Sand a un joven admirador: “No te beso: te contagiaría mi vejez”.

Fue ayer y no importa cuantas décadas han transcurrido mientras alguien pueda contarlo: Germán Arteta, Rodolfo Pérez Pimentel, los que se impregnaron de su ciudad pues de ellos hablaremos. Jenny Estrada recuerda con nostalgia piropos o serenos: “el galopar del corazón que tardaba en aquietarse, la ensoñación que nos hacía flotar como astronautas rumbo a la luna”. Jorge Martillo Monserrate ve alejarse a una Marilyn guayaca “la quiere detener en un puño pero es tan imposible como adueñarse del arco iris”. Aquel bohemio que hace poesía como se respira al contarnos el ayer conoce mejor que nadie cada rincón de la urbe, cada ola del mar, cada baldosa del cementerio. Nos deja de pronto “con un eclipse lunar en el pecho”. Guayaquil no acepta condiciones: uno pasa o se queda.

domingo, 1 de mayo de 2011

¿Es bueno o malo el ser humano?


Bernard Fougéres

domingo 01 de mayo del 2011
Me gusta el existencialista Sartre cuando constata que el hombre no escoge su condición (puede ser proletario o rey, amo o empleado de casa). Nuestra libertad nos permite asumir nuestra situación. Eso puede explicar el comportamiento de ciertos seres en los campos de concentración nazis, unos llegando a ser santos, otros convirtiéndose en animales. Entonces para Sartre la vida individual es un proyecto. Lo que soy o seré dependerá de mi forma de enfrentar el mundo. La libertad consiste en nuestra posibilidad de elegir en cualquier circunstancia. Puedo cambiar de cultura, de ideas, de sexo. No soy violento por naturaleza, asumo mi violencia. Soy responsable de la forma como viviré mi condición. La semilla no es árbol pero puede llegar a serlo. Sartre hablará del “ser-en-sí” que es materia bruta, como si no hubiera nacido. Para mí sería el Adán de Miguel Ángel de la Sixtina antes de que toque su dedo la mano de Dios. El “ser-para-sí” será en cambio consciente y libre.

La filosofía oriental nos habla del karma, energía que deriva de lo que hacemos. Su ley nos permitiría mediante reencarnaciones triplicar nuestras buenas acciones, tener la oportunidad de redimir malas acciones. Nietzsche cree en el perpetuo retorno de lo que acontece, termina diciendo: “El ser humano es algo que debe rebasarse”. Pues rebasarnos se vuelve superación. Para Juan Jacobo Rousseau, “el hombre nace bueno, la sociedad lo corrompe”. Nunca ha sido tan verdad: nuestro egoísmo, el consumismo desquiciado, la importancia de las apariencias, del qué dirán, la caída de los valores espirituales son factores esenciales en el egocentrismo de las mayorías. El amor se “hedoniza” (volviéndose placer esencial) en vez de sublimarse hasta volverse divino.

El fundamentalismo encierra la mente dentro de la pasión ciega, irracional, testaruda, violenta. Tengo pavor a los fanáticos religiosos, los puritanos, los fariseos, los que condenan, se creen dueños de la verdad exclusiva. San Juan de la Cruz, Teresa de Lisieux y la Madre Teresa cruzaron con éxito tramos de oscuridad en su religiosa creencia. Es maravilloso que la fe con su luz pueda despejar el camino.

Nosotros leemos la crónica roja, nos indignamos frente a la maldad ¿pero conocemos los rincones inconfesables de nuestro yo profundo o vivimos usando máscaras intercambiables? ¿Podemos palpar nuestro egoísmo en situaciones diarias? ¿Cómo nos sentimos cuando la gente nos considera buenas personas? Los demás desconocen el subsuelo de nuestra personalidad porque exaltamos nuestro yo disfrazado, no logramos construir el superyo libre consciente, responsable. Al quedarnos en la tonalidad de yo mayor, no logramos sentir por empatía los sufrimientos o problemas ajenos. El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, pero ¿podemos evaluar el grado de conciencia de quien comete malas acciones? He citado a menudo la frase de Goethe: “Nunca oí hablar de un crimen que no hubiese podido cometer en algún momento de mi vida”. No sé si llamar eso lucidez u honestidad. Sócrates dice “Nadie es malo voluntariamente”. ¿Será cierto en quienes actúan como animales?
Dibujo de: Wally Torta