domingo, 2 de enero de 2011

¿Qué le dio la vida?

Bernard Fougéres
bernardf@telconet.net

domingo 02 de enero del 2011
¿Quisiera usted ganar el premio gordo de alguna lotería? ¿Sueña con lo que no tiene? ¿Piensa que la felicidad consiste en poseer todo lo que promueve la televisión? ¿La llegada de un nuevo año le incita a desear más de lo que tiene? ¿Un automóvil nuevo, un televisor más grande, una computadora, un celular sofisticado?

Si tienen un BlackBerry querrán comprar un iPhone inteligente, multimedia, con pantalla táctil capacitiva con interfaz de hardware minimalista (si no entiende lo que eso significa, podría significar que el celular de marras es más listo que usted, razón por la que sigo con un sencillo artilugio de fácil manejo). Si la felicidad consistiera en acumular bienes de consumo nunca alcanzaríamos todo lo que anhelamos. Tenemos ojos, nos permiten contemplar el mundo, el cielo estrellado, el verdor del campo, la puesta de sol. Tenemos oídos que nos facilitan el acceso al mundo de los sonidos, la música, las voces queridas, el canto de las aves, el ruido del mar. Podríamos haber nacido sordos pero les tocó a otros. Tenemos una inteligencia de nivel promedio: gracias a ella intentamos agotar el campo del entendimiento humano. Podríamos haber nacido con retraso mental, problemas cerebrales pues les tocó a otros.

Tenemos el don de la palabra: nos permite comunicarnos con nuestros semejantes. Nos tocó aprender a decir “lo siento”, “gracias”, “te amo”. Hubiéramos podido nacer mudos, tartamudos, gagos, tartajosos con lengua de trapo. El destino tuvo otro plan. Tenemos manos con las que acariciamos, escribimos, realizamos mil oficios. Ganamos nuestro sustento, vivimos sin mayores lujos pero siempre hay comida en nuestra mesa, no padecemos la angustia de deber conseguir lo imprescindible. Hubiéramos podido ser chamberos, mendigos, homicidas, niños famélicos en Etiopía, parias en Bangladesh. Millones de seres han sido torturados, encarcelados, quemados en la hoguera. Podíamos ser reos en una cárcel cualquiera pero les tocó a otros.

¿Tenemos mérito alguno en tener tal o cual color de piel? ¿Escogimos el lugar donde nacimos? La única meta para un ser consciente es llegar a ser más humano. No sé si debamos darle gracias a la vida por habernos dado lo que negó a otros: sería tal vez cantarle alabanzas a la desigualdad. Cuando miramos a quienes sufren limitaciones recordamos a lo mejor que podríamos ser uno de ellos. Me pregunto por qué la vida da tanto a unos y tan poco a otros. No hay lugar para la soberbia. Quien se agarra de un apellido, una cuenta bancaria, un trapo de marca, una joya, es tristemente inconsciente. Si fuera chambero poco me importarían Gucci, Van Cleef & Arpels. Vivimos a través de lo que amamos, lo que damos, el resto es literatura. La vida es un privilegio que nos obsequiaron para que podamos encontrar nuestra propia verdad. Nuestros ojos se subliman cuando se pierden en los del ser amado transfigurando la realidad. Somos lo que llegamos a ser o nos limitamos a cuidar nuestra envoltura para impresionar a los demás. La vida es aquel paréntesis de conciencia que nos permite relampaguear un instante entre el nacer y el morir.

Dibujo de: Thomas Thorspecken

No hay comentarios:

Publicar un comentario