domingo, 24 de abril de 2011

Criticar a los demás

Bernard Fougéres

domingo 24 de abril del 2011
Una frase de Kirk Douglas me dejó pasmado: “Sé que el que odia y critica a una persona por algún motivo (no importa cuál) solo es porque no se aguanta a sí mismo, es idéntico a la persona que critica o se desespera por no lograrlo, generando más odio interno a sí mismo”. La crítica constructiva no sabe de resentimiento, de envidia, de celos. Es difícil conciliar la objetividad con un periodismo visceral dominado por el instinto o los prejuicios. Es arduo pero noble saber reconocer los méritos de un enemigo. Es más fácil lanzar dardos que intentar comprender al prójimo. Toda crítica que lleva veneno es muestra de mediocridad. Admiro al hombre capaz de reconocer las virtudes de sus adversarios. Me complace oír a un ser humano contestar con humor en vez de irritarse, burlarse de sí mismo en vez de mofarse de los demás. Nelson Ned, aquel hombrecito de un metro doce que vendió 40 millones de discos me dijo en una entrevista. “Antes de ingresar al escenario, cuelgo mi cuerpito en un gancho de mi camerino, salgo con la voz”.

Todo chisme que tenga que ver con la vida privada de los demás es pretexto para no enfocar los defectos de la nuestra. Jules Renard fue más agudo todavía: “La crítica consiste en reprochar a los demás no tener las cualidades que nosotros pretendemos poseer”. Quien se muestra agresivamente homofóbico oculta frecuentemente una subliminal homosexualidad. Quien lanza piedras a la mujer adúltera sueña con realizar fantasías sexuales. Quien critica la forma de vestir de los demás se limita a juzgar una envoltura en vez de conocer lo que oculta. Gandhi, tan solo dueño de un taparrabo, dijo que su arma mayor era la plegaria muda. Su vida interior apabullaba a quienes ostentaban ropajes de las mejores marcas. Sostenía que no se podía estrechar la mano de quien mantenía el puño cerrado.

Amar es el camino. La crítica despiadada o desbocada es una confesión de impotencia. ¿Quién dijo: “Te dejaré de amar el día que un artista pinte en su tela el sonido de una lágrima”? ¿Acaso el mundo no se ofrece a nuestros ojos para que podamos absorber lo mejor o lo más triste de él, compartir sus risas o su llanto, sus éxitos, sus fracasos pero, sobre todo, comprenderlo? No se puede criticar lo que no se comprende.

¿Por qué resaltar lo malo evitando exaltar lo bueno? ¿Por qué vemos en los demás los defectos que nosotros poseemos, no las virtudes que ellos tienen y nosotros no? ¿Por qué esta sed de venganza cuando existe el placer de recuperar al amigo que habíamos perdido?

Nuestro subconsciente oculta basura mientras obligamos a los demás a que empiecen a barrer. Jesús hablaba de ofrecer la mejilla derecha a quien nos pegaba en la izquierda, aconsejaba devolver el bien por el mal. Si supiéramos lo dulce que es el perdón jamás pensaríamos en desquitarnos. El día que sepamos criticarnos tomando conciencia de nuestra condición mortal, nuestras fallas, quizás no podamos con tanta facilidad denunciar los errores ajenos.
Dibujo de: Lapin

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