domingo, 12 de junio de 2011

Mañana será otro día


Bernard Fougéres

domingo 12 de junio del 2011
Si no fuera por el dolor no sabríamos a qué sabe la dicha, ¿entonces por qué quejarnos de la tristeza si después vuelve la alegría? Lo que pasó pasó, lo que será será, la vida continúa. Hay niños que esperan de nosotros una sonrisa, mendigos discapacitados que miran la moneda nuestra como si fuera el pan de cada día del que habla el padrenuestro. El remedio contra la congoja es proporcionar alegría a quienes nos necesitan. Vamos hacia ellos si no vienen hacia nosotros. No podemos inyectarnos dosis de tristeza como drogas o venenos, no se “saborea el dolor” como lo canta José José. Hay que despojarnos de las ropas dolidas o ajadas, comprar nuevas, encarar la vida. Es malo amanecer en blanco y negro cuando el mundo estalla en mágicos colores. Pensando en los demás, salimos del laberinto. La tentación de quedarnos encerrados o atrapados en nuestras vivencias es grande: muchas veces pasamos al lado de la vida sin siquiera verla. Vivir del pasado es buscar una muerte prematura. Archiven las penas, borren de una vez decepciones, frustraciones, sinsabores, olviden el mal que le hicieron, domestiquen la temible ausencia del ser amado (sabemos cuánto duele), pongan la música a todo volumen. Si tienen carro, recuerden que un disco adecuado cambia el paisaje. No se cansen jamás de amar aunque los hayan lastimado.

Hoy tuve en mi mano la de una niña muy pequeña que nunca habla, vive en su mundo hecho de sensaciones, parece indiferente mas tuvo un imprevisible despertar cuando sintió a flor de piel la ternura que le brindé. El beso mojadito que me obsequió no me lo hubiera podido dar ninguna mujer en el planeta.

Si se sienten derrotados, recuerden que la vida es como un caballo: vuelvan a los estribos, cabalguen a pesar de las caídas. Amen a los animales, pues “no hay mejor psiquiatra que un perro relamiéndonos la cara”, a los árboles, las flores, pues son testigos de todo lo que vivimos, dan su sombra o permiten a sus pétalos expresar el amor que nos conmueve. “Un barco no debe navegar con una sola ancla ni la vida con una sola esperanza”. La frase anónima ofrece consuelo a quienes piensan haberlo perdido todo.

Esperar puede significar que permanezcamos inmóviles ilusionados por algo que nunca llegará o que apostemos todo lo que tenemos a un porvenir positivo. No nos quedemos esperando, busquemos la esperanza. Siempre puede llegar alguien que sepa curar heridas, enjuagar lágrimas, reparar el daño que nos hicieron. Alas invisibles nos permiten despegar cuando nos creemos derrotados, podemos mirar el mundo como si fuera la primera vez, no fijarnos solamente en desastres: Hiroshima, Nagasaki, Haití, tsunamis, huracanes, Las Torres Gemelas, la guerra de Irak. En el año 1556, un terremoto en China causó 800.000 muertos, China sigue allí. Japón convirtió Hiroshima en una de las ciudades más bellas y luminosas del mundo. “El alma es una venada perdida en el bosque del cuerpo” (Rubén Darío Buitrón): cada selva tiene los caminos que nos proponemos trazar. Donde vive el amor se hospeda la esperanza.

Dibujo de: Lapin

No hay comentarios:

Publicar un comentario