sábado, 11 de diciembre de 2010

Biblioburro

Profesor Luis Humberto Soriano Bohórquez y sus burritos Alfa y Beto
Nila Velázquez
Entre los muchos mensajes que me llegan vía internet, recibí uno que me despertó especial interés por su título : “Biblioburro”. Me remitía a un link de YouTube.

Su contenido me conmovió y me entusiasmó: un joven maestro colombiano recorre áreas rurales cercanas a su escuela pero alejadas de la carretera, acompañado de una burra y un burro. La burra se llama Alfa, el burro se llama Beto, los dos transportan libros y cuentos infantiles, en las alforjas que llevan. El profesor carga además una mesita desarmable y un letrero que anuncia: “Biblioburro”. Los niños esperan ansiosos que lleguen Alfa, Beto y el profesor.

La razón es clara, como dice una señora “los niños del monte no van a tener una biblioteca, hay que llevarles los libros allá”. Y el profesor explica: “los que viven al margen de la carretera ven carros lindos y gente de otros lugares que pasan y solo eso les deja alguna enseñanza, pero los que viven veinte kilómetros adentro no tienen nada que les dé otra visión del mundo”.

El profesor y Alfa y Beto, avanzan con decisión, al llegar a un recinto son recibidos con entusiasmo por los niños que esperan ansiosos mientras el maestro arma la mesita y saca los libros, primero les lee, mientras ellos escuchan con interés, luego les reparte los libros para que lean ellos, al final ponen en común lo aprendido a partir de alguna actividad, uno de los niños dice: “a veces jugamos, a veces pintamos”. El maestro lo tiene claro: “quiero que usen la imaginación, que abran la mente, que se animen a coger los lápices de colores y a pintar el mundo del color que ellos quieran”. Los chicos lo disfrutan.

Terminada la sesión, el profesor recoge los libros y el letrero, desarma la mesita y carga nuevamente a Alfa y a Beto y mientras se dispone a seguir su recorrido dice: “esto es a largo plazo, pero vamos a educar a colombianos sociables, críticos y con imaginación”.

Sin duda otros niños esperan la llegada del Biblioburro, mientras los del recinto recién visitado ya anhelan el próximo encuentro.

Si lo cuento con tanto detalle, es porque creo que es un ejemplo de que cuando se cree en algo no hay obstáculos para realizarlo y se puede lograr con los recursos que están al alcance de la mano. Por supuesto que sería mejor que hubiera una carretera y una escuela bien equipada a la que todos los niños del sector pudieran llegar con facilidad, pero el protagonista de lo que acabo de relatar decidió no esperar y no confiar en algo que no estaba a su alcance. Cree en el poder de la palabra, sabe que los niños para crecer necesitan conocer, pensar, imaginar, crear, cree que la lectura es el camino abierto al mundo y a sí mismo y no esperó, usó su creatividad y los recursos propios de la zona. Mientras Alfa, Beto y el maestro siguen su recorrido, los niños comentan, dibujan, pintan sobre lo leído y se divierten mientras sin saberlo se están transformando en esos seres “sociables, críticos y con imaginación”, tal como lo quiere su maestro.

Foto de: Ingrid Rojas 

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