sábado, 24 de julio de 2010

‘Solo soy Maradona’

Bernard Fougéres
bernardf@telconet.net


domingo 11 de julio del 2010
Las cámaras buscan el primerísimo plano. Hay que mostrar el rostro descompuesto de Armando Maradona, mejor aún enfocar eventuales lágrimas. De ser posible se penetraría en su alma para retratar su cataclismo emocional. Argentina acaba de perder 4 a 0 contra Alemania frente a su director técnico vestido de traje como niño atildado al que convirtieron en divinidad. Se llegó ciertamente a los excesos con los cánticos de una religión maradoniana en la que el dios era una pelota de fútbol coronada con espinas, pero el entusiasmo desata así actitudes de delirio: Armando tomó las cosas con gratitud, mas no perdió la cabeza por ello. Entabló una lucha muy difícil contra la droga, salió vencedor. Se liberó de 85 libras, tarea difícil para cualquiera. Muchos olvidan al muchacho que pulverizó a Inglaterra, pasan por alto, más allá del gol de antología, los 352 marcados, lo critican por unas opiniones políticas que son partes de sus derechos aunque discrepemos de ellas. Llamarlo drogado, rebajarlo es para aquellos mediocres que lanzan la primera piedra. Espero ver algún día a Pelé y Maradona en un sincero abrazo.

Terminó el partido contra Alemania. La presidenta Cristina Fernández llamó por teléfono al futbolista-director. “No me podía contestar porque estaba llorando. Le dije que ningún argentino había dado tanta alegría al pueblo como lo hizo él en la cancha”. No soy conocedor de fútbol, veo los partidos del Mundial, recuerdo mi encuentro con Pelé en el Mundial de París en 1998, me apasiona lo que sucede en el corazón de los humanos. “Lo que más puedo saber acerca de la moral y de los hombres se lo debo al fútbol”, escribió Albert Camus, centro delantero y arquero del Racing Club de Argel en su juventud. Umberto Eco no odiaba el fútbol, sino “el fanatismo que podía suscitar y sus consecuencias”.

Maradona es lo que fue y sigue siendo: una leyenda del deporte. Insultó, pero lo insultaron. Lastimó, pero lo lastimaron. Es un ser humano. Mide 1,67 m, Messi 1,70. Ambos lograron casi el mismo gol de antología. Maradona contra Inglaterra y Messi el 14 de julio del 2007. No hay que confundir la altura con la grandeza. Napoleón medía 1,68 m. Hospitalizado y al borde de la muerte, Armando supo que el corazón de medio mundo latía con el suyo. Si Argentina tuvo un tropiezo en el Mundial del 2010, ¿por qué no esperar el 2014 en Brasil, aceptar que tanto Pelé como Maradona sean para siempre personajes entrañables? Pier Paolo Pasolini escribió: “El goleador es siempre el mejor poeta del año”. Tengo que volver a leer de Montherlant Los once ante la puerta dorada. Françoise Sagan dijo: “El fútbol es como el amor. En ningún lugar se puede querer u odiar tanto a alguien”.

No sé cómo en el aeropuerto de Guayaquil logré subir al bus donde el equipo de Argentina iba a su lugar de hospedaje. Sentado en la última banqueta, tuve como compañeros a Goycochea, el “tapa penales”, y Maradona. Publiqué la entrevista en uno de mis libros. A mi última pregunta: “¿Se siente usted como un dios?” Armando contestó: “Solo soy Maradona”.

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